A menos de 24 horas de coger un avión a Edimburgo no puedo
evitar sentir un cosquilleo en el estómago. Se trata de una de las mayores
aventuras de mi vida y es inevitable
que surjan nervios, inseguridades y miedos.
La maleta esta casi preparada; el pasaporte, DNI y como no, unas pocas libras descansan en mi bolso esperando el gran día.
Es ahora, cuando casi ha llegado el momento cuanto más real
se viven las cosas. La idea romántica que había envenenado mi mente se
desdibuja frente a la realidad más cruda: no va ser fácil.
Pero ¿¿a caso la vida lo es??
Así que……. I’m going to Edimburgh
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